Química

Taller ‘Mensaje desde el medievo’

Autores

Nuria Muñoz Molina es profesora de Química de Secundaria y Bachillerato y miembro de DIVERCIENCIA, la asociación de docentes que coordina la Feria de la Ciencia de Algeciras. Esta feria forma parte de la Red de Ferias de la Ciencia de Fundación Descubre.

Colabora en este taller Josep Corominas Viñas, profesor de Química, escritor y divulgador científico.

Hoy en día no le damos ninguna importancia a los instrumentos que usamos para escribir: papel, lápiz, goma o bolígrafo pasan desapercibidos en nuestra vida cotidiana. Pero esto no siempre fue así; en la Edad Media, papel y tinta eran bienes muy preciados y difíciles de conseguir. Pocos eran los que sabían escribir y además tenían medios para hacerlo.

Esta labor se realizaba principalmente en los monasterios: los monjes hacían copias a mano de los libros para transmitir y custodiar el saber. Ellos mismos fabricaban la tinta de manera artesanal, mezclando ingredientes naturales según recetas secretas guardadas con mucho recelo. La química que había detrás de esas mezclas es la que ha permitido que esos manuscritos antiguos de valor incalculable lleguen hasta nuestros días.

Acompáñanos en este viaje en el tiempo en el que conocerás la receta secreta de la tinta medieval.

¿Te atreves a fabricar la tuya propia?

DE LA RECETA MEDIEVAL A LA TUYA DEL SIGLO XXI

¿Has leído la famosa novela de Umberto Eco ‘El nombre de la rosa’ o has visto la película? Si no es así, te la recomendamos para estos días de confinamiento. La trama se desarrolla en una abadía benedictina situada en las montañas italianas, famosa por su biblioteca llena de manuscritos únicos y restringidos, que solo pueden ser consultados por los especialistas.

Todos los libros que se escribieron durante la explosión de la cultura en monasterios y conventos en la Edad Media fueron escritos con un tipo de tinta denominada ferrogálica, aunque se tiene conocimiento de su uso desde el s.III d.C. Esta tinta fue la que emplearon en sus obras personas tan ilustres como Leonardo da Vinci, Johann Sebastian Basch, Rembrant van Rijn o Vicent van Gogh.

El nombre de la tinta, ‘ferrogálica’, ya nos da pistas sobre su composición. Los ingredientes de la receta medieval de la tinta ferrogálica se obtenían de la naturaleza. Eran:

  • Agallas de roble, que contienen una alta concentración en un tipo de ácido llamado tánico o galotánico. Las agallas son pequeñas protuberancias redondeadas que se forman en árboles y arbustos por la picadura de ciertos insectos e infecciones por microorganismos.
  • El llamado ‘vitriolo verde’, que nosotros conocemos como sulfato ferroso, necesario para que se produzcan las reacciones químicas y obtener el pigmento negro de la tinta. Se obtenía evaporando el agua de tierras con alto contenido en hierro.
  • Agua de lluvia, para dispersar la mezcla.
  • Goma arábiga, que es la resina de algunas especies de acacias y que servía como espesante.

Ahora vamos a elaborar nuestra propia tinta medieval, pero con una receta del siglo XXI:
• Las agallas las sustituiremos por el té, muy rico en ácido tánico.
• La lana de acero remojada en vinagre formará los iones Fe2+, en sustitución sulfato ferroso.
• Podemos usar agua del grifo, pero, si disponemos de ella, es preferible el agua destilada (de la que se usa para la plancha) para evitar las impurezas que podrían alterar la calidad de la tinta.
• La harina de maíz será nuestro espesante, en lugar de la goma arábiga.

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